Un texto inspirado en la experiencia vivida con personas del equipo de Mugaritz e Ixo Group.
"La création est une machine à rêver, imaginer non pas le possible de l'impossible, mais, au contraire, l'impossible du possible".
Abdellatif Laabi
El viaje en coche hasta Mugaritz empieza atravesando la niebla y siento una extraña paz interna que me lleva sin complicaciones hasta el lugar. Mi viaje presagia fluidez y conexión.
Valoro mucho lo extraordinario del encuentro previo a la experiencia, y no sólo por la dificultad en la conciliación de agendas. Andoni es el alma y también es uno más del ecosistema Mugaritz, y en su disposición a encontrarnos, vive implícita una preocupación por el desarrollo de la sensibilidad y el cuidado emocional de su equipo. Encuentro en la dirección de recursos humanos una verdadera implicación y compromiso en el cuidado las personas, y una disposición abierta a la comunicación.
Voy recorriendo kilómetros y resuenan los objetivos, necesidades y mensajes expuestos por Andoni Luis Aduriz en nuestra reunión previa, (aquí sólo comparto algunos, el resto deben permanecer en la confidencialidad): reforzar el mensaje, conciliar lo que haces con lo que deseas hacer, navegar en la incertidumbre, reforzar el ecosistema, madurez, serenidad, éxito, sensibilidad, alma, nacionalidades múltiples, batalla, agotamiento, legado, lo que permanece y lo efímero, cuestionar …
Aparco. Escucho el lugar. Me recibe el rocío y el olor potente de las hierbas y el bosque que nos rodea. El vetusto roble me da la bienvenida, me presento, le pido que me ayude y me acompañe en la experiencia.
Entorno al círculo, el árbol será testigo de nuestro caminar hacia adentro en esa muga, en ese lugar fronterizo.
Rotas las resistencias iniciales me encuentro un equipo excepcional, exigente, sobresaliente y extraordinario en talento y diversidad.
Sé que es un encuentro en la alta sensibilidad y la alta creatividad. Somos seres afines en estas esencias.
Todo el equipo confió en el viaje propuesto y se dejó llevar a través de un mapa con objetivos bien definidos y trazados, jugando a través de la pintura, la escultura, el teatro, la comunicación no verbal, el movimiento… No eran fines sino medios. Y es que el juego es cosa seria, en el juego puedo jugar a ser quien yo quiero ser. Y lo que soy juega a ser quien es sin límites ni juicios.
Y en dos días intensos de convivencia, la propuesta fue conectar desde el asombro. Y la experiencia acabó dibujando un diagnóstico certero de diversas dinámicas que subyacían. Texturas y capas.
La experiencia se cierra con un sabor difícil de re-crear pero profundamente intenso y transformador.
Si tuviera que responder qué hice allí: catalizar y seguir aprendiendo. Plantear una experiencia de vinculación de equipos, proponer un espacio y un tiempo para la alquimia emocional, recoger y devolver un diagnóstico y análisis de roles y dinámicas internas. Visibilizar problemáticas, tensiones y conflictos. Compartir sentires subyacentes en un espacio para el autoconocimiento.
En definitiva, una no-consultoría creativa y profundamente sutil en el mejor no-restaurante del mundo. Ha pasado ya un tiempo y perdura el recuerdo en el sabor y el sabor en el recuerdo. Gracias de corazón, Mugaritz.